Tía Aida tenía diez años cuando escuchó que un congelador había llegado a una casa del pueblo. “Don Papito Cuéllar fue el primero en tener heladera. Toda la gente estaba alegre. Por primera vez había hielo. La gente comenzó a hacer refrescos y a venderlos fríos. ¡Una maravilla!”. Tía Aida recordaría toda su vida la primera… Sigue leyendo «¿Dónde queda Macondo?», por Nathalie Iriarte
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«Lugares comunes», por Gabriel Payares
No soporté la Caracas de mentira que quisieron hacer en Palermo, buscando refugio de la soberbia infantil del porteño. Ni estuve a gusto hablando todo el tiempo de Venezuela en las reuniones, ni mucho menos fingiendo el acento local para amoldarme.